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Frómista
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     Esta época es tiempo de plenitud para Frómista. Alrededor de 1066, según la referencia que se ofrece en el testamento de la reina Doña Mayor, se funda el Monasterio de San Martín con su iglesia románica.
En 1118, la reina Doña Urraca, dueña del monasterio, hace donación de éste y de su jurisdicción a los monjes benedictinos de Carrión. Desde el siglo XII hasta el siglo XV,
Frómista estuvo dividida en dos jurisdicciones distintas: por una parte,
el señorío eclesiástico que poseía el Abad de Carrión sobre el barrio de San Martín, y por otra,
el señorío civil que ejercían los señores de Frómista sobre el resto de la villa.
Entre estos últimos, destaca Gómez Benavides, que en 1427 consiguió unificar ambas jurisdicciones, al añadir el barrio de San Martín a su señorío, y en 1436 fundó el Monasterio de Nuestra Señora de la Misericordia, de monjes benedictinos.
Por otro lado, a finales de la Edad Media, en tiempos de los Reyes Católicos,
hay que situar una obra de arte de gran importancia: el retablo de la iglesia de Nuestra Señora del Castillo.
 Las obras maestras del arte medieval en Frómista,
así como los hospitales que tenía para los peregrinos, son fruto del Camino de Santiago,
la gran ruta cultural y espiritual, que une España con el Occidente cristiano.
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   En la Frómista medieval aparecen los tres motivos que más fama han dado al pueblo:
San Telmo,
el milagro
y los judíos.
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    Aquel panorama desolador comienza a cambiar cuando, a finales del siglo XVIII, se construye el canal de Castilla.
En 1773 el canal alcanza Frómista, construyéndose cinco esclusas,
cuatro de ellas unidas mediante el mayor salto de agua de toda la ría.
 El Canal supuso una animación moderada de la economía, propiciando el regadío,
el transporte y la aparición de fábricas de harina.
A comienzos del período constitucional (1833) la localidad se constituye en municipio en el partido de Carrión de los Condes, que en el censo de 1842 contaba con 44 hogares y 1482 vecinos.
Durante la primera mitad del siglo XIX la población aumenta, y se estabiliza en torno a los 1500 habitantes.
 Hacia 1865 llega a Frómista el ferrocarril del Norte.
 Fue otra oportunidad para el pueblo, que tal vez no se aprovechó debidamente,
a causa de las dificultades económicas de toda la región.
Frómista ha tenido que superar en el siglo XX las crisis que hicieron presa en toda la España rural.
La población actual es de unos 1000 habitantes.
Sin embargo quedan motivos de esperanza vinculados a los dos caminos legados por la historia.
 El Camino de Santiago hace de Frómista etapa obligada para los amantes de la cultura.
El camino de agua, el canal de Castilla, con acequias para los nuevos regadíos, ofrece posibilidades para una agricultura más intensiva y variada, con mejores expectativas de producción.
    Comparados con la época medieval, los siglos XVI, XVII y XVIII son tiempos de decadencia.
El régimen señorial pesaba sobre los pueblos, y no es extraño que la mayor parte de las gentes de tierra de Campos mostrara simpatía por el movimiento comunero. Sin embargo,
 el ejército comunero se hacía gravoso allá por donde pasaba.
En 1521, a su paso por Frómista los vecinos se vieron obligados a pagar 250 ducados de oro para librarse del saqueo.
 La expulsión de los judíos, las pestes y otros desastres aceleraron la decadencia de la villa. Hacia 1591, en tiempo de Felipe II, Frómista tenía 521 vecinos, la mitad, aproximadamente, de los que había tenido cien años antes.
A mediados del siglo XVIII la población había descendido a 217 vecinos.
No había industrias ni apenas actividad comercial; la agricultura, exclusivamente de secano, era muy poco productiva;
los árboles eran escasísimos y una de cada cinco casas estaba arruinada.
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